En vivo y en directo. Autocrítica sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre. Basta de excusarse en el mundo, la vida o la sociedad. ¿Acaso no formamos parte del mundo? ¿No somos dueños de nuestra vida? ¿No somos los que sostenemos esta sociedad?

martes, 4 de diciembre de 2012

Año de la Fe (5): ¿En qué o en quién cree usted?


En el propio enunciado de la pregunta encontramos un enfoque necesario para la respuesta. Por cierto, menos unívoca de lo que podríamos pensar...

Desde su experiencia, ¿cómo es Dios?

El Dios en quien yo creo, en el que cree la Iglesia, es una persona. No un ente, una fuerza, un espíritu, una mente, un modelo matemático, o una partícula diminuta en el interior de cada átomo. Se trata de un Dios que habla, que se comunica, con el que se puede dialogar y hasta —si me apuran— negociar... O al menos intentarlo.

Se trata de un Dios que se nos ha dado —y se nos da— a conocer.

El Papa Benedicto XVI —como siempre— expresa ese concepto de comunicación constante en su catequesis de la pasada semana de una forma brillante.

Y aunque su interés y objeto de reflexión es otro distinto al que hoy les planteo, dice el Santo Padre que si podemos hablar de Dios al mundo es porque Él primero “ha hablado con nosotros”. Afirma que “Dios no es una hipótesis lejana del mundo por su origen, Dios se preocupa por nosotros, Dios nos ama, Dios ha entrado personalmente en la realidad de nuestra historia, se ha ‘auto-comunicado’ hasta encarnarse”.

Y aquí es donde toma de nuevo sentido la pregunta que les hacía al principio y la advertencia sobre que la respuesta podía ser no tan única como parece, sin dejar de serlo: Dios se ha comunicado y comunica con cada uno de nosotros. Por tanto, cada uno tenemos una experiencia “única” de Dios. Una experiencia que, además, puede ir variando a lo largo de nuestra vida.

¿Cómo es su experiencia de Dios?

Dice el Papa que “Dios es una realidad de nuestra vida, Dios es tan grande que tiene tiempo también para nosotros, que puede ocuparse de nosotros y se ocupa de nosotros”.

Hay que reconocerlo: ¡qué grande es nuestro Dios! Porque es Uno y es capaz de comunicarse con cada uno, a cada uno, personalizando en cada persona su experiencia de encuentro y comunión, para llevarnos a todos al mismo lugar, que es Él mismo. No es relativismo de lo que hablo. Es misterio, algo que resulta difícil o imposible de entender y vislumbrar en su totalidad. Pese a que cada uno tengamos una experiencia distinta, pese a que a cada uno nos pida y nos hable de forma diferenciada, Dios es Uno y su rostro es Cristo.

Dios es Padre, Hijo, hermano, amigo, Espíritu Santo, prójimo... y sigue siendo Uno. Es creador y omnipotente... y sin embargo quiso nacer y vivir como uno de nosotros, para encontrarse con nosotros. Y morir por nosotros... por cada uno de nosotros. También por usted. Y por mí.

Como dice el Papa, “Dios no es un competidor de nuestra existencia, sino que es el verdadero garante, el garante de la grandeza de la persona humana”.

Así que, aún sabiendo que es el mismo para todos... ¿cómo es su Dios?

No hay comentarios:

Publicar un comentario